El sindrome de Stendhal – de Graziella Magherini

Fuente: Wikipedia

Henri Marie Beyle nace en Grenoble el 23 de enero de 1.783. A los 16 años se traslada a Paris. Intento abandonado de ingreso en la Escuela Politécnica. No es lo suyo, no le gusta.
Gracias a Pierre y Martial Daru, hijos de Noel Daru, primo de su padre, ingresa como oficinista en el Ministerio de la Guerra. En este oficio llega en mayo de 1.800 a Milán y luego, acompañando a Pierre Daru, a la ciudadela de Arona en el lago Maggiore. En septiembre es nombrado subteniente del 6 Regimiento de Dragones y enviado a la guarnición de Brescia. Enfermo, marcha a Milán, diagnóstico; sifilis. Convaleciente en Paris, abandona el ejército. Se traslada a Marsella, donde intenta hacerse banquero, rotundo fracaso.

En julio de 1.806 Henri regresa a Paris y en agosto ingresa en la Masonería. Nuevamente consigue un empleo gracias a los Daru. Ahora es adjunto a los Comisarios de Guerra y viaja a Berlín y luego a Brunswick. Recaída en la enfermedad y vuelta a Paris. En 1.809 Henri vuelve a Alemania y posteriormente a Viena. Gracias a Pierre Daru logra el cargo de ayudante/intendente. Al año siguiente abandona el cargo y marcha a París. Vuelve a recurrir a los Daru y en agosto de 1.810 le nombran auditor del Consejo de Estado, mejor aún, poco más tarde pasa a ser Inspector de mobiliario y edificios de La Corona, encargado de su inventario.
1.811, Henri aprovecha un permiso para viajar a Italia entre el 20 de agosto y el 27 de noviembre. Visita Milán, Bolonia, Florencia, Roma y Nápoles. Lleva un Diario donde anota las incidencias del viaje. En diciembre ya está de regreso en París.

Sigamos con las andanzas de Henri. A primeros de 1.812 ha regresado de un viaje por Italia y recibe la orden de incorporarse al Ministerio de la Guerra. Formando parte del Cuartel General participa en la catastrófica campaña de Napoleón en Rusia,  el 14 de septiembre está en Moscú y el 15 de octubre lo abandona porque es nombrado director de suministros en Smolensk. Por su cargo en intendencia debe anticiparse unos días al resto del ejército en retirada. Un rosario de penalidades jalonan el regreso. El 7 de diciembre llega a Vilma, el 14 a Konigsberg y finalmente el 31 de enero de 1.813 ya está en Paris.

25 abril de 1.813, Henri nuevamente en el ejército, en lucha contra la alianza ruso-prusiana. Está en Dresde, cae enfermo y recibe permiso para curarse en París, convaleciente viaja por Milán, lago Como y Venecia, en diciembre vuelve a París.

1.814, hundimiento de Napoleón. A finales de marzo los aliados entran en París. Regreso de los Borbones. Henri pierde el empleo y los Daru han caído en desgracia. Abandona todo y el 10 de agosto llega a Milán.

En 1.817 la situación en Francia parece estabilizada. Henri vuelve a París con dos textos, necesita publicar para impulsar su carrera de escritor y para obtener ingresos. En abril consigue publicar un refrito “Historia de la pintura en Italia” que pasa desapercibido. En agosto publica un libro de viajes «Roma, Nápoles y Florencia», su autor es “Stendhal” seudónimo que Henri utiliza por primera vez. El boletín “Bibliographie de la France” de fecha; sábado 13 de septiembre de 1.817, recoge la noticia:

Roma, Nápoles y Florencia en 1.817. Por M. de Stendhal oficial de caballería.          366 Páginas. 504 Ejemplares. Imprenta Egron, Paris. Libreros; Delaunay y Pelicier, Paris. Precio; 4 francos

El viaje no ocurrió, es ficción producto de la imaginación de Henri. Tiene forma de diario y su protagonista y autor es un supuesto M. de Stendhal oficial de caballería. Henri utiliza la información de su Diario del viaje de 1.811, además incluye otros muchos materiales; opiniones, reseñas artísticas, anécdotas… de múltiples orígenes. Se trata de acumular texto. El libro tiene cierto éxito y en octubre de 1.817 se publica en Londres en francés. Ahora se omite el nombre del autor. Nuevamente se publica en Londres en 1.818 esta vez ya está traducido al inglés y figura como autor el “Conde de Stendhal“.

En 1.826 Henri consigue un acuerdo ventajoso con Delauny. Se lanzará una nueva edición aumentada y con mayor tirada. Henri incluye una miscelánea de nuevos materiales y consigue duplicar la extensión de la edición original. Se imprime a finales de 1.826 y se pone a la  venta a primeros de 1.827. El boletín de “Bibliographie de la France”  de 24 de febrero informa:

Roma, Nápoles y Florencia por M. de Stendhal “. 3 Edición. 2 Volúmenes; 304 y 348 páginas. 10.200 Ejemplares. Imprenta de A.P. Delaforest, Paris. Librero; Delauny en Palais Royal. Precio; 10 francos

El 18 de abril de 1.801 Henri Marie Beyle, 18 años, se levanta con una idea fija; escribir un Diario de su vida. Lo hace los siguientes 26 años. Se supone que lo anotado en estos Diarios es sincero, Henri no pretende difundirlo. Se publican después de su muerte. Veamos lo anotado en 1.811. Ya te dije que viajó por Italia entre el 29 de agosto y el 27 de noviembre de 1.811.

Llega a Florencia en el pescante de un coche de correos. Busca alojamiento en el Auberge d’Angleterre. En la oficina de postas intenta obtener un pasaje a Roma, no lo consigue porque en los próximos tres días no hay plazas libres. Aunque no era su intención, por este motivo, debe permanecer tres días en Florencia.

La mañana del 27 de septiembre de 1.811 visita el Istituto e Museo di Storia della Sciencia en el Palazzo Castellani. Por la tarde está en la Basílica de la Santa Croce. Se detiene ante el cuadro La discesa di Cristo al Limbo”, veamos lo que anota en el Diario, observando el cuadro “Tableau des Limbes”.

”Je suis touche presque jusqu’au larmes. Elles me vient aux yeux en ecrivant ceci. Je n’ai jamais ríen vu de si beau. Il me faut de l’expresion, Ou de belles figures de femmes, toutes les figures sont charmantes et nettes, rien ne se confunde. La peinture ne m’a jamais donne ce plaisir la. Mon Dieu que c’est belle!. Je fus tout emu pendant deux heures. On m’avait dit que le tableau etait du Guerchino, j’adorais ce peintre au fond du coeur. Point du tout, on me dit deux heures apres qu’il etait de Agnolo Bronzino nom inconnu pour moi. J’etais mort de fatigue, les pieds enfles et serres dans des bottes neuves. Petite sensation qui empecherait d’admirer le bon Dieu au milieu de sa gloire, mais que j’ai oublie devant le tableau des Limbes.

Me conmoví casi hasta las lágrimas. Escribiendo esto me vienen a los ojos. Nunca he visto nada más bello. No tengo palabras. Todas las figuras son encantadoras y nítidas, nada se confunde. La pintura jamás me ha dado este placer. !Dios mío qué bello es!. Quedé conmovido dos horas. Me habían dicho que este cuadro era de Guerchino, yo adoraba este pintor en el fondo de mi corazón. Error, dos horas después me dijeron que era de Agnolo Bronzino, nombre que desconozco. Estaba muerto de cansancio con los pies hinchados por la apretura de unas  botas nuevas, sensación que impediría admirar al buen Dios en medio de su gloria, pero que he olvidado ante el cuadro del Limbo.

Despues de extasiarse ante el cuadro, Stendhal visita la capilla Niccolini y en el diario anota de forma escueta:

El techo de la misma capilla es muy imponente, pero mi vista no es lo bastante buena para juzgar techos. Simplemente me pareció imponente 

En el libro “Roma, Nápoles y Florencia” veamos lo que Stendhal anota en el diario el 22 de enero de 1.817. En la primera parte informa sobre su llegada a Florencia y la visita a Santa Croce el 20 de enero, a continuación su recorrido por Florencia el día 22.

Veamos lo que Stendhal anota en el Diario el 22 de enero de 1.817:

Avant hier en descendent l’Apennin pour arriver  a Florence, mon coeur battait avec force

Antes de ayer descendiendo  los Apeninos para llegar a Florencia, el corazón me latía con fuerza 

Entra en Florencia por la puerta San Gallo, tramita el pasaporte, callejea, compra una guía de la ciudad, pregunta a los transeúntes y llega a la basílica de la Santa Croce. Contempla las sepulturas de Miguel Ángel, Alfieri, Maquiavelo, Galileo… se le acerca un monje…

Un monje  se acercó a mi. En lugar de la repugnancia que llega incluso al horror físico, sentí  amistad hacia él.  ¡También fray Bartolomé de San Marco fue monje!…hablé con ese monje en quien hallé la amabilidad más perfecta. Le alegró ver a un francés. Le rogué que me abriera la capilla, en el ángulo noroeste, donde se encuentran los frescos de Volterrano. Me condujo hasta allí y me dejo solo. Ahí, sentado en el reclinatorio, con la cabeza apoyada en el respaldo para poder mirar el techo. Las Sibilas del Volterrano me otorgaron quizá el placer más intenso que haya dado la pintura. Estaba ya en una suerte de éxtasis ante la idea de estar en Florencia y por la cercanía de los grandes hombres cuyas tumbas acababa de ver. Absorto en la contemplación de la belleza sublime , la veía de cerca, la tocaba por así decir. Había alcanzado ese punto de emoción en que se encuentran las sensaciones celestes inspiradas en las bellas artes y los sentimientos apasionados. (“Belleza sublime “ destacado en cursiva en el texto de Stendhal)

Atención a lo que le ocurre al salir de la basílica

en sortant de Santa Croce j’avais un battement de coeur, ce qu’on appelle des nerfs a Berlín. La vie etait epuisse chez moi, je marchais avec la crainte de tomber. Je me suis assis sur un des bancs de la place de Santa Croce, j’ai relu avec delices ces vers de Foscolo que j’avais dans mon portefeuille, je n’en voyais point les defauts, j’avais besoin de la voix d’un ami partageant mon emotion : “Io quando il monumento vidi ove possa il corpo di quel grande….”

saliendo de la Santa Croce, me latía con fuerza el corazón, eso que en Berlín llaman nervios. La vida se me agotaba, andaba con miedo a caerme. Me senté en un banco de la plaza de Santa Croce, leí con placer estos versos de Foscolo que tenia en la cartera, no veía los defectos, necesitaba la voz de un amigo compartiendo mi emoción:”Io quando il monumento vidi ove possa …”

Hemos visto como Stendhal se trastorna en Santa Croce y se repone sentado en un banco leyendo poesía. ¿Qué hizo el resto del día 20? no se sabe porque Stendhal no lo dice. ¿Qué hizo el día 21? no se sabe porque Stendhal tampoco lo dice.

El 22 de enero de 1.817 Stendhal recorre Florencia y visita la iglesia del Carmen, San Lorenzo, Palazzo Vecchio, Santa María dei Fiori… recuerda su emoción al entrar en Florencia por primera vez dos días antes, pues bien, ahora se limita a indicar que ha visitado estos edificios pero no los comenta, no habla de la impresión que le producen. Más inexplicable aún, no dice nada del Campanile, del Baptisterio, del David de Miguel Ángel, del Perseo de Benvenuto Cellini, de la Galería de los Uffizi… Ha hecho el recorrido apresuradamente, en poco más de una mañana. Se ve que sus emociones artísticas se agotaron en Santa Croce. Recordando ese momento, lo despacha con un brochazo

le souvenir de ce que j’avais sentí m’a donne une ideé impertinente ; il vaut mieux pour le bonheur, me disais je, avoir le coeur ainsi fait que le Cordon Bleu

el recuerdo de lo que había sentido me da una idea impertinente; para ser feliz, me dije, es mejor tener el corazón tan hecho como un Cordon Bleu (es decir; más o menos como un San Jacobo)

A última hora de la tarde se va al teatro del Cocomero, donde asiste a una representación del Barbero de Sevilla de Rossini. Sobre la que hace un comentario muy extenso.
Teatro del Cocomero, un nombre precioso. Stendhal nos indica que los florentinos lo pronuncian “hhohhomero”. Aún existe pero ahora se llama Niccolini.

Recapitulación de los hechos:

En su visita a Santa Croce en 1.811, Henri se conmueve ante un cuadro que atribuye erróneamente a Guerchino (sic) cuando su autor es Agnolo Bronzino. Muy sorprendente que Henri, supuesto conocedor de la pintura italiana sobre la que pretende escribir un libro, cometa este error. Aún más, declarándose profundo admirador de Guerchino (sic), no sabe escribir correctamente su nombre; Giovan Francesco Barbieri apodado Guercino. Cuando le indican que el autor es Bronzino, declara su ignorancia porque no sabe quien es. ¡Increíble!. Visita la capilla Niccolini pero no puede contemplar los frescos por sus problemas de vista. Sufre malestar físico motivado por sus pies hinchados porque le aprietan las botas nuevas.

En su supuesta visita a Santa Croce en 1.817, Stendhal no menciona el cuadro. En la basílica aparte de la Capilla Mayor y la Capilla Medici hay trece capillas donde pueden verse auténticas joyas; frescos de Agnolo y Tadeo Gaddi, de Giotto … sin embargo Stendhal no menciona nada, lo que es inexplicable. Hace que le abran la capilla Niccolini que no está abierta al culto y por tanto iluminada a lo sumo con unas pocas velas y queda extasiado con los frescos y las cuatro Sibilas de las pechinas. El pintor es Volterrano un prolífico pintor de segunda fila del siglo XVII.

En resumen:

En 1.817 Stendhal no ve un cuadro que había conmovido a Henri en 1.811. Le maravillan en 1.817 los frescos que Henri no pudo ver en 1.811 por su vista deficiente. Emocionado por la belleza Stendhal tiene un trastorno físico muy diferente al dolor de los pies hinchados de Henri en 1.811.

La conmoción, la taquicardia de Stendhal al salir de Santa Croce en 1.817 es una ficción, producto de la imaginación de Henri Beyle. Ocurrió en un viaje que no tuvo lugar, recogida en un falso diario y protagonizada por un inexistente capitán de caballería de nombre Stendhal.

¿Síndrome de Stendhal? Falso de toda falsedad. Henri Beyle buen novelista pero cronista fabulador, artista del falso recuerdo. Lo que cantaba la Lupe; «Teatro lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro… perdona que no te crea, me parece que es teatro«.

El supuesto trastorno de Stendhal al salir de la Santa Croce en 1.817 quedó en el olvido.

En 1.979 la psiquiatra florentina Graziella Magherini publicó un libro en el que afirmaba que había observado entre los turistas un trastorno debido a la emoción suscitada por la contemplación de obras de arte. Recordando el imaginario episodio de Stendhal se inventó el nombre; ”Síndrome de Stendhal“.

Graziella justificó su afirmación. Yo modestamente indico que los trastornos, taquicardias, lipotimias, mareos, golpes de calor… de los turistas pueden estar motivados por el estrés de las prisas, trastornos en la alimentación, deshidratación, aglomeraciones, calor excesivo, aire acondicionado… cualquiera que haya visitado los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina en agosto puede haber sufrido el síndrome.

El libro de Magherini se tituló Le Sindrome di Stendhal. Il malessere del viggiatore di fronte alla grandezza dell’Arte. Desde entonces el “Síndrome de Stendhal“ se convirtió en el tópico de moda entre los esnobs que alardean de sensibilidad exquisita con trastornos artísticos fingidos.

Bueno, esto parece un sermón. Finalizó bromeando. A los exquisitos hipersensibles que siguen creyendo en el síndrome, les aconsejo que se lo tomen con calma ya que, en un caso extremo, la belleza puede matar. En su decepcionante “Viaje a Italia“,  Goethe anota el 3 de marzo de 1.787. El día anterior ha subido al Vesubio, ahora deambula por Nápoles y escribe:

Por la situación de la ciudad y sus bellezas que tan a menudo han sido descritas y alabadas, no añadiré ni una palabra; “Vedi Napoli e poi muori ” “Ve Nápoles y después muere” dicen aquí 

En “Promenades dans Rome” Stendhal afirma:

Voyageurs comme nous, qui ne voulions que voir Nápoles “Vedi Napoli e poi mori “ dissent les napolitains. Rien de comparable, en effet, a cette situation delicieuse et sublime, c’est la seule belle chose au monde qui comporte ces deux epithetes

Viajeros como nosotros, no queríamos más que ver Nápoles “Vedi Napoli e poi mori” dicen los napolitanos. En efecto, no hay nada comparable a esta situación deliciosa y sublime, es lo único hermoso en el mundo que conlleva estas dos palabras

Una matización, los napolitanos hubieran dicho; “Vide Napule e po’ more”. Afortunadamente Goethe y Stendhal vieron Nápoles y no murieron. Te doy un ejemplo reciente de alguien arrasado por la belleza; a un turista, contemplando Roma desde el Gianicolo, le da un chungo y muere en La grande bellezza de Sorrentino, mientras se oye “I lie” de David Lang.

Sinopsis: La siquiatra Graziella Magherini describe en términos científicos el sufrimiento mental que ataña a los turistas de visitas a las ciudades de arte, poniéndole nombre con una expresión, entrada en el lenguaje común, «síndrome de Stendhal». Stendhal, en el diario de su viaje a Florencia, cuenta que durante su visita a Santa Croce tuvo que salir de la basílica por un violento malestar. La vista de las obras, el éxtasis de la belleza, el sentido del pasar del tiempo: emociones que le estabilizaron. Propio a Florencia, Magherini ha atendido en Urgencias a cientos de turistas extranjeros, muchas veces con un agudo malestar mental.

TítuloEl sindrome de Stendhal
Autor:Graziella Magherini
EditorEspasa Calpe
Páginas:224
IdiomaEspañol
ISBN-13:978-8423924547
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